jueves, 23 de noviembre de 2017

Avutardas, la rueda

Asombran la primera que las ves. Tan grandes y pesadas, no crees que puedan levantar el vuelo con tanta destreza.
Pero una vez que la divisas en cortejo, te asombran doblemente. El macho se convierte en una algodonosa bola de plumas, y seguros se pavonean. Giran, esponjan más sus plumajes e intentan llamar la atención de alguna hembra que si se ve atraída por el vistoso atavío se apareara y seguirá su camino, dejando al macho que siga exhibiéndose. No tienen la menor pretensión de pasar desapercibidos en estos períodos y pueden ser vistos desde largas distancias.
Luego la hembra, más discreta, se encargará sola de la crianza de los pollos.
Acuarela de 40x30
                                                            
                                                                     Écija, 23 de noviembre de 2017


                                                                     Pablo Reina

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