jueves, 25 de agosto de 2011

zampullin chico


A principio de verano, cuando después del lluvioso invierno, aún tenían las lagunas suficiente agua y rebosaban vida, tome una serie de fotografías en la laguna de la Cruz enfrente de consuegra. Esa mañana posaron sin ningún recato una pareja de zampullines chicos y una pareja de tarabillas. La luz era excelente y el verde de las algas contrastaba con el azul del agua y el plumaje oscuro de los zampullines. Luego en el estudio dibuje esta acuarela.

El pasado fin de semana fui por la laguna y ya estaba seca. Solo quedaban en el centro de ella cinco pollos de fochas comunes a los que se acercaron tres pollos de calamones, seguramente sus padres habían emigrado a otra laguna con algo de agua, y aunque estos ya podían volar no se atrevían por miedo a lo desconocido.



                                            Acuarela 20x36 sobre papel guarro
                                                                 

                                                                                      Ecija, 25 de agosto de 2011




                                                                                           Pablo Reina Martínez



viernes, 12 de agosto de 2011

Jaime

Retrato de mi hijo Jaime en Almería. Mientras se quitaba las sandalias le saque esta foto que luego pinté al óleo. Uno de mis primeros retratos. Lo realicé en el aula municipal de pintura de Écija, bajo la dirección de mi profesora Milagrosa Rueda. Fue un dibujo difícil, pues acostumbrado a esbozar primero a carboncillo, Mila no me dejó, y tuve que encajarlo a pincel. Como he dicho no estaba habituado a esta forma de iniciar un cuadro y por ello cuando el trabajo estaba en un punto bastante avanzado, Mila se quedó mirando el cuadro y lamentándolo mucho me dijo que la cabeza caía un poco hacia delante y  tendría que volver a pintarla, pero en su lugar preciso. Tenía toda la razón, como casi siempre, y después de subsanar el fallo quedé bastante satisfecho del resultado. 

Las obsesiones no son buenas y aunque la mayoría veían la dificultad en la figura, mi gran preocupación era la roca. La dejé para el final y no sabía cómo atacarla, le daba vueltas y la pintaba sin ton ni son, pero un  día en que las musas se apiadaron de mí, con unas pocas pinceladas termine la piedra. Cuando lo miro, me fijo más en la roca que en mi hijo, pero como he dicho las obsesiones no son buenas y menos en un cuadro.





                                                           Écija 12 de agosto de 2011



                                                                                         Pablo Reina

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